Cuánta tenemos, cuánta necesitamos y cómo sería si realmente todos comieran lo justo, ¿cuánto alimento haría falta?
Al momento de realizar la lista de la compra para decidir qué alimentos llegarán a nuestra mesa, estamos influyendo en el cambio climático debido a que el sector alimenticio es uno de los principales generadores de gases de efecto invernadero (GEI), casi al mismo nivel que otros sectores como el energético. A esto hay que sumarle el consumo de agua, la pérdida de la biodiversidad para crear nuevas tierras cultivables y muchos problemas más.
De acuerdo con un artículo de la revista ‘Nature’, el impacto medioambiental que generan los procesos e infraestructura necesarios para alimentar a la población mundial podrían aumentar entre 50% y 90% ¡sólo en las siguientes décadas!
Un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford ha creado un modelo enfocado a cada país, en el cual se hizo una simulación de cómo evolucionará el sector en los siguientes años, identificando distintas áreas de impacto críticas como las emisiones de (GEI), pérdida de espacios naturales, uso excesivo de agua dulce y otros. De acuerdo a los resultados obtenidos concluyeron que ninguna medida en solitario podrá mitigar el aumento de la presión sobre el clima, por lo que tiene que haber un enfoque multidisciplinar para garantizar el sustento de la población mundial, que para 2050 alcanzará los 10 mil millones de habitantes.
«Aunque se necesitan cambios a gran escala para mantener los sistemas alimentarios dentro de los límites medioambientales, todo el mundo puede marcar una diferencia, por ejemplo adoptando dietas más sanas, apoyando a empresas con prácticas sostenibles y exigiendo a los responsables políticos una regulación medioambiental y sanitaria clara y firme», explica Marco Springmann, autor principal del artículo.
Las cifras presentadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), arrojan que la producción de pasto para alimentar al ganado abarca el ¡80% de la superficie cultivable del planeta! y sólo el 55% de los cultivos del mundo están destinados a la alimentación humana, mientras otro 36% se reparte en la ganadería y el resto en biocombustibles y otros productos industriales.
Los autores del artículo abogan por una dieta basada en 500g de frutas y hortalizas, 100g de proteínas vegetales como legumbres, cereales o frutos secos y pequeñas porciones de proteína de origen animal menos carnes rojas, las últimas reducidas sólo a una porción semanal.
Por otro lado, es importante reducir el desperdicio de alimentos -por lo menos a la mitad- para mantener el sistema dentro de los límites sostenibles. Se calcula que entre un 30% y 40% de los alimentos producidos en el mundo ¡no llega a consumirse!
«La reducción de los desperdicios de alimentos es otro pilar fundamental, además toda iniciativa que lleve al consumidor a estar informado de lo que consume y a actuar en consecuencia es importante», explica Luis Lasalleta Coto, coautor del trabajo.
En México una persona desperdicia al año al menos 167 kg de comida, que también se convierte en una pérdida económica y genera grandes cantidades de metano que afectan al planeta. Con toda la comida desperdiciada, se podría alimentar a una gran parte de la población con ella.
Es momento de ser más conscientes y cambiar nuestra dieta, reducir las porciones que se sirven y tener un mejor manejo de los desechos para no dañar más al planeta.
Fuente: El Mundo
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