Al parecer también encerramos nuestros instintos más básicos y tienden a salir de forma abrupta este 2021
La pandemia por SARS-CoV-2 provocó que la población mundial se encerrara en sus hogares, pero tal parece que el encierro no solamente fue físico, da la impresión de que las personas también encerraron sus instintos más elementales, entre ellos, los sexuales. El único destino de oleadas instintivas que se resguardan bajo las llaves de la represión, es reventar el portón de la abstinencia y salir a todo galope en busca de su satisfacción.
Vale la pena recordar que durante el año de la pandemia, la venta de juguetes sexuales se disparó de manera exponencial, en ciudades como Tokio, París, Sydney y Berlín, donde millones de personas compraron por lo menos un juguete sexual. El grupo berlinés ‘WOW’, registró un año destacable para la venta su “womanizer”, un estimulador del clitóris; en Francia, el comercio de juguetes sexuales creció un 10%, y el “WeVibe”, un juguete sexual destinado a la estimulación por vibración, incrementó sus ventas en 40%.
La vida sexual también cambió tras la pandemia, y en cuanto a las parejas, creció de manera significativa la tendencia a la infidelidad. ¿Exactamente por qué? Como se ha mencionado, el psicoanálisis freudiano indica que tras un periodo de represión neurótica, lo más común es un episodio violento de liberación de los instintos. Algo así ocurre entre la pubertad y la cumbre de la adolescencia de todo ser humano.
Lo anterior también lo explica Lara Ferreiro, psicóloga, sexóloga, y terapeuta de parejas de Ashley Madison, una plataforma de aventuras extramaritales, con 70 millones de usuarios en todo el mundo. “2021 será el año en el que pongamos en práctica todo lo que nunca antes nos habíamos permitido hacer”, son sus palabras respecto al estado de la libido colectiva.
Cuando tenemos la insistencia de encerrar nuestro lado animal, como indica Freud, estamos negando algo intrínseco a la condición humana, o en palabras de Ferreiro, “la gente se liberará y volverá a dar rienda suelta a sus instintos más primarios”. Esto se ha traducido en un veloz incremento en la tasa de divorcios por infidelidad.

Queda la pregunta que durante siglos la humanidad se ha planteado respecto a sí misma, ¿por qué el ser humano desea hacer con más fervor todo aquello que considere que está prohibido? Ferreiro brinda una posible respuesta. “La tentación de ser infiel ha aumentado exponencialmente a raíz de estar encerrados.
El 99% de los usuarios de la plataforma en lo último en lo que piensan es en el divorcio. Quieren mantener su matrimonio y, además, les sale más rentable. ¡divorciarse es 3,6 veces más caro que ser infiel!».
¿El futuro de las parejas es un acuerdo de sexualidad abierta?, ¿será este el fin de la monogamia en occidente? No lo sabemos, lo que queda claro es que la pandemia cambió cada aspecto de nuestras vidas, filtrándose hasta por debajo de nuestras sábanas.
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