El tema de la pandemia no sólo son los muertos, sino la afectación a quienes se quedan tal como los niños y niñas. Se estima que las cifras actuales sobre el total de fallecidos por covid-19 es de 4 millones de personas, cifra que se enfoca únicamente en adultos, los niños fallecidos no han sido contados en los números oficiales.
Por las características de la enfermedad el porcentaje mayor de personas que perdieron la vida son adultos, debido a que eran población de riesgo, sin embargo, es importante reconocer que gran parte de ellos eran padres de familia que dejaron a cientos de niños y niñas sin nadie que los cuide, situación de preocupación mundial.

Las cifras publicadas por “The Lancet” afirman que por cada dos muertes por Covid-19 hay un niño que se queda huérfano, es decir, actualmente hay más de dos millones de niños y niñas que se han quedado solos. Las consecuencias son terribles para su generación, ya que se sabe que los daños psicológicos serán daños de toda la vida si no se tratan a tiempo.
Durante los primeros 14 meses de la pandemia cada 12 segundos algún menor quedaba en situación de orfandad y como ya mencionamos los problemas son de corte psicológico, pero más allá de eso la pobreza, la malnutrición, el desplazamiento y la separación de hermanos es casi inevitable.
¿Qué es lo que se puede hacer frente a este hecho? Principalmente prevenir la muerte de los cuidadores primarios y seguir fomentando las políticas públicas y programas de asistencia social para la protección de niños huérfanos.
La problemática es distinta en todos los países, tan sólo en 2020 en Estados Unidos el número de menores que se quedaron sin sus padres fue de 40 mil.
La situación económica también es un factor importante, ya que las clases bajas tenían menos probabilidad de atenderse médicamente, los estragos de la covid-19 son irreversibles y a las autoridades les queda promover la solidaridad para contrarrestar sus consecuencias a futuro.

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